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Los años impares

La novela arranca en Mallorca, en un hotel de "tres estrellas flojas". Hay un camarero que se desvive por hacer bien su trabajo y un aprendiz que en realidad no quiere estar allí. La vida se empeña en intervenir y la narración nos conduce a un viaje por esa España que algunos llaman profunda y otros, simplemente, hogar.

 

De Palma a Castilla-La Mancha y con una breve parada en Madrid, María Sirvent narra en su segunda novela lo que les sucede a unos personajes, casi todos de la misma familia, que el lector hace suyos ya en las primeras páginas. Sus vidas, sus pensamientos y los hechos que nos cuentan, del presente o del pasado, nos provocan una reacción que desemboca directamente en el estómago, ya sea provocando la carcajada más sonora, ya una punzada de melancolía que nos deja sin respiración.

 

El humor es la clave de la narración, pero es tan peculiar, tan especial que no se parece en nada a las novelas convencionales que llenan las mesas de novedades de las librerías. Ni siquiera el drama más terrible deja de filtrarse por el tamiz del humor. Eso que los críticos literarios valoran positivamente, en la mayoría de las ocasiones, tan a la ligera como "voz propia", está presente, sin discusión alguna, en Los años impares.

 

Se ha hecho cargo de la corrección de estilo Olga García.